por: Sam Mendoza Kong
No puedo explicarlo del todo, el hecho es que me sucede. Cuando estoy por ir a verte, todo mi organismo responde, veo cómo los vellos de mis brazos se erizan, mi estómago libera jugos y se tensa en anticipación de lo que viene, mi cuerpo parece requerir más aire y mi pulso comienza una carrera ascendente.
Cuando estoy a punto de acercarme a donde estás, subo a la cúspide de mi sentimiento y todo mi organismo, estalla después de adrenalina que estuvo contenida antes de abrazarte.
No me es posible detener la cascada de nuevas sustancias cuando viene nuestra plática, las sonrisas, la escucha, la gracia de sentirnos, la vida en los ojos de cada quien.
Me angustia tener que partir, a la par que siento cómo comienza a renovarse mi depósito de endorfinas.
Me despido una y cien veces, me resisto pero cedo. Me voy en un hasta luego. Floto, voy etérea como el aire y montada sobre mi anhelo, el de volver a verte, el de volver a estar.

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