por: Sam Mendoza Kong
CAPÍTULO III.
Cuando comenzaron a limpiar el terreno para construir una bodega, la pala mecánica dio con una estructura claramente hecha de piedra, en forma de escalera y sin argamasa. El ingeniero dio la orden de detener el avance del monstruoso removedor de tierra.
Se fue al cobertizo de herramientas y trajo consigo una pala, comenzó a tratar de despejar alrededor de lo hallado y poco a poco se fue develando que aquella estructura tenía al menos cinco escalones en ángulo de cuarenta y cinco grados. Llamó a un par de peones para que lo ayudaran, avanzaron despacio por orden del ingeniero hasta que se pudo observar que en lo alto del último escalón, la superficie era plana, se trataba de una plataforma compuesta.
El descubrimiento interesó al ingeniero, quien pretendía construir sobre aquella superficie, pero por otro lado, sintió ansiedad de que le prohibieran hacerlo. ¿Quién habría construido aquello? Pensó en su amigo Gerardo para consultarlo. Ordenó que dejaran todo en el cobertizo y luego de enviar un par de fotos y ubicación a su amigo, este lo alcanzó una hora después para darle sus impresiones. Y lo que le dijo, fue simplemente sorprendente, esa estructura tenía todas las características de una construcción antigua, aunque no podía precisar la fecha sin contar con elementos para llevar a cabo unas pruebas. Invitó a su amigo a colocar una lona sobre la estructura descubierta para que no se dañara estando a la intemperie y le prometió regresar con algunos útiles para realizar algunos análisis. Estaba al parecer tan entusiasmado, que se fue haciendo polvareda por el camino y regresó al poco tiempo con un par de aparatos y un maletín enorme lleno de reactivos químicos.
Comenzó casi como un padre que predica un sermón bien estudiado para sus fieles: -Si utilizamos elementos químicos inestables y los sometemos a radiación, podemos medir los átomos producidos por las desintegraciones en las rocas, con lo cual podemos estimar la fecha que tiene determinada roca o mineral. Así fue como supieron los científicos que la Tierra tiene más de 4,500 millones de años, que la vida aquí apareció aproximadamente 1,000 millones de años después, que los microorganismos existen hace unos 600 millones de años y que nosotros, los humanos, apenas tenemos aquí, en tiempos estelares la mínima fracción de 100,000 años. En el caso que nos ha llamado aquí, utilizaré Argón treinta y nueve.
El ingeniero trataba de seguir la explicación de su amigo Gerardo, pero por un rato se quedó pensativo y se distrajo mientras que su científico amigo, trabajando en cuclillas y con los pantalones manchados de tierra, parecía disfrutar de aquello como un niño pequeño jugando su juego favorito.
-Esto nos va a decir la fecha de la estructura, tal como cuando mides los anillos de un tronco de árbol vivo y puedes conocer la edad de este con el pequeñísimo margen de error posible de un año.
-Muy bien, aquí la tenemos, -dijo al término de las pruebas-.
-Esta estructura se hizo aproximadamente hace 1100 años y por lo que sé, tiene las características de construcciones del occidente y centro de México.
El ingeniero Pablo, hombre de campo, dedicado a la agronomía, agradeció a su amigo Gerardo con unas cervezas bien frías y este le dijo que no le haría cobro alguno, si le invitaba a continuar explorando lo encontrado.
Acordaron reservarse por el momento, de comunicar el hallazgo a nadie más, pues no tenían idea de lo que descubrirían con el paso de los días, no cabía duda de que los dejaría boquiabiertos.
(continua… Aquí tienes la cuarta entrega …)
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Pluma y Pensamiento
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Un sendero, un descubrimiento III
Continua la historia. ¿Qué habrán encontrado sin querer Gerardo y el ingeniero?


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