Reseña: La verdad en el caso del señor Valdemar

Edgar Allan Poe

Es fascinante cómo Edgar Allan puede continuar gustando aún cuando estamos hablando de que escribió este cuento llamado La Verdad En El Caso del Señor Valdemar hacia 1845.

En esta reseña, como lo amerita, voy a compartirte fragmentos del cuento, en la esperanza no de que te quedes con el resumen, sino de picar lo suficiente tu curiosidad para que lo leas.

No hay por qué extrañarse de que el caso extraordinario del señor Valdemar haya provocado discusiones.
Se ha hecho necesario que exponga los hechos en la medida que los comprendo yo mismo.
Durante estos tres últimos años mi atención se ha visto repetidamente atraída hacia el magnetismo, y hace aproximadamente nueve meses se me ocurrió de pronto…
Nadie había sido aún magnetizado in articulo mortis. Quedaba por ver, primero, si en tal estado existía en el paciente una receptabilidad cualquiera al influjo magnético; segundo, si en caso afirmativo, dicha receptabilidad, en tales circunstancias, aumentaba o disminuía; tercero, hasta qué punto y durante cuánto tiempo podía ser detenida la intrusión de la muerte por medio del proceso hipnótico.

Dato curioso: Edgar Allan Poe se dedicó en cuerpo y alma a la escritura, algo que no le produjo riqueza, pero si reconocimiento literario.

He ahí el planteamiento del cuento, la base para la trama: Un paciente, un médico con conocimientos sobre magnetismo e hipnosis, una intención: ¿se puede detener la muerte en alguien que se encuentra desahuciado?

Buscando en torno mío algún sujeto por medio del cuál pudiese yo aclarar estos puntos, acabé por pensar en mi amigo el señor Ernesto Valdemar, el compilador muy conocido de la Bibliotheca Forensica, y autor de las traducciones polacas del Wallenstein y de Gargantúa.
Su temperamento era singularmente nervioso y era por tanto un excelente sujeto para las experiencias magnéticas.
Era costumbre suya hablar con toda tranquilidad de su fin próximo, con mucha sangre fría, como si hablara de una cosa que no podía ser ni evitada ni lamentada.

Edgar Allan Poe

La descripción del personaje del señor Valdemar, prácticamente no utiliza adjetivos, sino que lo describe por otros medios y nos permite como lectores tener una idea sobre quién es, a qué se dedica y un poco sobre su carácter.

Recibí esta nota una media hora después de haber sido escrita, y a los quince minutos todo lo más, me encontraba en la habitación del moribundo. No lo había visto durante diez días, y me quedé espantado por la terrible alteración que en tan breve lapso se había producido en él. Su rostro era de color plomizo, sus ojos estaban completamente apagados, y su delgadez era tan notable, que la piel se había abierto en los pómulos. La expectoración era excesiva; el pulso, apenas sensible. La opinión de los dos médicos (que había con el enfermo), era que el señor Valdemar moriría alrededor de la medianoche del día siguiente (domingo).

Edgar Allan Poe obtuvo más reconocimiento como crítico literario que como escritor

El personaje del doctor, habla como médico, comienza a relatar cómo encuentra al paciente para trabajar con él sus experimentos con la intención de ayudarlo.

Eran las ocho menos cinco minutos, cuando, tomando la mano del paciente, le rogué que confirmara ante el señor L…, tan claramente como le fuera posible, que era su deseo formal que hiciera un experimentos de hipnosis con él, en el estado en que se encontraba.
A las once menos cinco minutos noté síntomas inequívocos de la influencia magnética. El movimiento giratorio de los ojos vidriosos se convirtió en una penosa expresión de mirada hacia adentro que no se ve nunca sino en los casos de sonambulismo y que no se puede confundir; con unos cuantos pases laterales rápidos hice que se estremecieran sus párpados como en un sueño incipiente, e insistiendo un poco en mis pases, hice que los cerrara. No estaba yo satisfecho del todo con esto, y proseguí con mis manipulaciones de manera enérgica…
-Señor Valdemar -dije-, ¿duerme usted? No respondió, pero percibí temblor en sus labios.-Sigue usted sintiendo dolor en el pecho, señor Valdemar?
No respondió de inmediato, y fue menos audible que antes:
-¿Dolor? No… Estoy muriendo.

Edgar Allan Poe tuvo fama de Don Juan. Su amor más famoso y con quien se casó fue con su prima Virginia Clemm (de trece años). Su muerte lo dejó muy triste. Parte de su obra estuvo dedicada a ella.

La tensión narrativa comienza a sentirse y se mantiene constante, en aumento pero sin hacer que los lectores nos cansemos y deje de ser creíble la historia. El suspenso crece, va antojando a seguir con la lectura.

Fue entonces opinión, o más bien, deseo de los médicos, que se le permitiera al señor Valdemar permanecer sin ser molestado en ese estado de calma aparente, hasta que sobreviniera la muerte, lo cual ocurriría -hubo unanimidad en esto- en un espacio de cinco minutos. Resolví no obstante hablarle una vez más y repetí tan sólo mi pregunta precedente.
En tanto que yo hablaba se produjo un marcado cambio en la fisonomía del sonámbulo. Los ojos giraron en sus órbitas, lentamente descubiertos por los párpados que subieron; la piel tomó un tono general cadavérico, pareciéndose menos al pergamino que al papel blanco; las dos manchas héticas circulares que hasta esos momentos estaban vigorosamente fijas en el centro de cada mejilla, se extinguieron de golpe.

Por una desavenencia con su padre y acuerdos con él, ingresó a la Academia Militar de West Point. A esta institución le precede la fama de preparar a los mejores militares estadounidenses. Edgar estuvo un tiempo corto ahí, luego de haber sido corrido de estudiar en la Universidad de Virginia.

En un punto de tensión narrativa que ha logrado generarnos expectativa, Edgar comienza a prepararnos para un desenlace intenso.

No había ya en el señor Valdemar ni el más leve síntoma de vitalidad, y llegando a la conclusión de que había muerto lo dejamos al cuidado de los enfermeros, cuando observamos un fuerte movimiento de vibración en su lengua…
El señor Valdemar hablaba evidentemente para responder a la pregunta que le había formulado unos minutos antes. Ya se recordará que le había preguntado si seguía durmiendo. Respondió, pues:
-Si… no… he dormido…, y ahora… ahora… estoy muerto.
…El señor L, el estudiante, se desmayó. Los enfermeros huyeron de inmediato de la habitación y fue imposible hacer que regresaran. En cuanto a mis propias impresiones, no pretenderé hacerlas inteligibles para el lector.

Edgar Allan Poe fue enterrado en la ciudad de Baltimore. En su vida, los gatos y los cuervos eran dos animales muy simbólicos para él y los ocupó en sus cuentos. El equipo de futbol americano: Los Cuervos de Baltimore, llevan ese nombre en honor a Poe y su famoso cuento: El Cuervo.

Con la historia a punto de llegar al final, Poe no suelta al lector y mantiene su interés apretando un poco más la tensión narrativa. Yo al menos, casi siento que no puedo moverme o respirar, no sea que me pierda un buen desenlace, como Edgar acostumbra.

Era evidente que hasta ese momento la muerte, o lo que se define habitualmente con la palabra muerte, había sido detenida por la operación magnética. Nos pareció claro a todos que, despertar al señor Valdemar sería sencillamente asegurar su instantáneo, o, a lo menos, su rápido fin.
Fue el viernes último cuando decidimos finalmente efectuar el experimento de despertarle, o a lo menos de tratar de despertarle, y fue el resultado, deplorable quizás,… lo que dio lugar a tantas discusiones en los círculos privados.
-¡Por amor de Dios! ¡De prisa! ¡De prisa! ¡Háganme dormir! ¡O bien, pronto, despiértenme! ¡De prisa! ¡Le digo que estoy muerto!

Edgar vivió un tiempo en el Bronx en Nueva York.

En estos párrafos el excelso escritor de: La verdad en el caso del señor Valdemar, enlaza la idea inicial de los hechos extraños que acontecieron con su amigo, mientras era objeto de un experimento y dándole la palabra al personaje del paciente, con expresiones seguidas en tono exclamativo, da vida al señor Valdemar y todos los personajes, incluyendo a los lectores, quienes de pronto sentimos que ¡tenemos que hacer algo por el señor Valdemar! ¿Logrará el médico revivirlo en forma? ¿Los demás presentes? ¿El mismo paciente? ¿Alguien? ¿Qué ocurrirá entonces?

En cuanto a lo que sucedió en realidad, ningún ser humano podría haberlo esperado; está más allá de toda posibilidad.

Magistralmente: Edgar Allan Poe

¡No soy spoiler, al menos de los finales! ¡Léelo por favor! Te garantizo al menos buen entretenimiento.

Si te gusta, cuéntame en los comentarios, igual si no te gusta. Del intercambio nos enriquecemos todos. Si has leído otros cuentos de Edgar Allan Poe, ¿Cuáles han sido tus favoritos? ¿Hay algún personaje que te gusta en particular? Gracias por leer. ¡Que te sigas divirtiendo!


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