Un grial espacial

por: Sam Kong

La nave viajaba a enorme velocidad, al atravesar el halo de la galaxia, comenzó a producirse una turbulencia intensa y sostenida. Los niveles de radiación del reactor de la nave experimentaban un cambio sensible. Aaron estaba igual que todos, muy agotado, sin embargo, ofreció quedarse a cargo de los controles, aunque a él no le tocaba. Sus demás compañeros habían ido a tomar un descanso necesario. Pulsó con premura un botón para comunicarse. Sus compañeros no respondieron y su preocupación creció. Buscó la consola indicada, intentó algunas acciones para revisar qué pasaba con el reactor, pero no observó respuesta favorable, además, la turbulencia comenzó a ir en aumento.

En aquella zona del espacio exterior, había grandes cantidades de gas y polvo, una inmensa masa informe se había desarrollado y les quedaba cercana, algunos compuestos que esta contenía generarían efectos inesperados.

Poco antes, en otra parte de la nave, Joe se despertó cuando sintió aquellos temblores, y escuchó los sensores de cambios en el reactor, se levantó, tambaleante y golpeándose contra las paredes fue a revisar lo que pasaba, en cuanto pudo, llamó a Kuta y a Alkira por el intercomunicador y enteró a Heila la capitana.

Apoyándose contra las paredes, Heila se reunió con Aaron, lo encontró mirando monitores y picando botones como un poseso, su rostro ya denotaba desesperación, Heila procuró transmitirle confianza, pero volteó con asombro al ventanal cuando lo que había afuera, iluminó toda la estancia. Instintivamente, ambos se cubrieron los ojos y activaron después, el panel de protección. Hubo una sacudida nueva, la capitana cayó al suelo y se golpeó con fuerza, Aaron no lograba alcanzar su mano, pero intentó con más ahínco.

– ¡Rápido, necesitamos controlar el reactor, no hay tiempo que perder! – Dijo Heila con voz que no dejó espacio para ponerse a dudar. A través del aparato de intercomunicación, localizó a los demás y dio indicaciones.

Unos cuantos minutos después, Joe y Kuta se preparaban para atender la peligrosa misión que se avecinaba, en el exterior de la nave. Se habían colocado los trajes especiales y ya tenían la herramienta, Alkira y Heila, se empeñaban en preparar la grúa y los controles mecánicos que sujetarían a Joe.

Fuera de la nave, una nueva oleada de gas produjo otra sacudida violenta. Dentro, Aaron reportaba muy alarmado gritando, el encendido de nuevas alertas en los monitores. Heila apuró al grupo.

Momentos antes… Joe anunciaba que estaba casi listo. La adrenalina lo ponía en acción, sudaba profusamente. Kuta estaba apoyando a Joe para colocarse, uno por uno, los sujetadores de la grúa al traje y, cuando faltaba el último… la nueva sacudida, lo lanzó hacia la pared y de ahí al piso. El japonés intentó levantarse y lo hizo con dificultad, pero volvió a caer. Joe gritó alarmado preguntando a Kuta por su estado. Justo en ese momento, Aaron anunciaba lo que indicaban las nuevas alertas. ¡El reactor estaba llegando al nivel más alto permisible de radiación!

Tratando de mantener el temple, molesta por los golpes que se había dado, sujetó con firmeza aunque con dolor, los controles de la grúa. Intentando concentrarse, Alkira operó otros controles también. Debían lograr la conexión al traje a como diera lugar. Kuta logró ponerse en pie y, en un intento desesperado e inusitado en él, se colgó del brazo de la grúa, buscando insertar la última pieza al traje de Joe, pero eso, lo expulsó al exterior y experimentó, colgado del brazo, un vuelo en semicírculo que le provocó un vértigo terrible. Luego, por cosa fortuita del destino, una ola de energía lo trajo de regreso hacia el interior de la cámara, el corazón se le salía del pecho.

Lograda la hazaña, Alkira y Heila dirigieron a Joe hacia el módulo. Este debía alcanzar la estructura donde debía insertar la herramienta. La precisión estaba peleándose, con la limitante del tiempo y además, la nave continuaba experimentando, fuertes sacudidas.

En el trayecto de la aproximación, Joe se sintió cegado por la potente luz que emitía aquella nube de gas y, a pesar del visor anti-radiación que tenía el casco, se veía obligado a cerrar los ojos por intervalos y a confiar en lo que sus compañeras hicieran con la grúa.

En tanto… Cuando los niveles del reactor sobrepasaron el máximo permisible, se encendieron las últimas alertas especiales que sonaban con altos decibeles. Debían controlar la situación, o estarían perdidos. Joe sintió que chocaba con algo, abrió los ojos, pero decidió cerrarlos, se sujetó y avanzó a tientas, la luminosidad le lastimaba como agujas en los ojos, comenzó a dolerle la cabeza con fuerza, perdió el equilibrio, un momento se golpeó pero, logró asirse de milagro, con la mano libre.

Sin quererlo, ese resbalón le fue favorable, tentó la pieza, ¡era la que debía encontrar! Acostumbrado al paracaidismo, se sujetó de aquella palanca, como si en ello le fuera la vida, levantó la otra mano para intentar la inserción de la herramienta pero, el dolor de cabeza le provocó una punzada tan aguda, que creía que le haría estallar el cerebro.  Instintivamente, se llevó una mano a un costado del casco, y en ese momento… Unas voces poco audibles, parecían sonar desde alguna parte.

En la nave… Una fracción de tiempo antes, Alkira y Heila hacían esfuerzo por ayudar a Joe con la grúa, lo habían oído gritar al golpearse y después, le gritaban con desesperación, pero… él no les respondía. 

(…Continuará).

Pluma y Pensamiento

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    En aquella zona del espacio exterior, había grandes cantidades de gas y polvo, una inmensa masa informe se había desarrollado y les quedaba cercana, algunos compuestos que esta contenía generarían efectos inesperados, en especial para Joe…

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